Aprender a hablar quiere decir aprender a construir los enunciados (porque hablamos con los enunciados y no mediante oraciones, y menos aún por palabras separadas) […]. Aprendemos a plasmar nuestro discurso en formas genéricas […]. Si no existieran los géneros discursivos y si no los denomináramos, si tuviéramos que irlos creando cada vez dentro del proceso discursivo, libremente y por primera vez en cada enunciado, la comunicación discursiva habría sido casi imposible.
M. Bajtín, El problema de los géneros discursivos
La escritura: mucho más que poner palabras en papel
Escribir no es solo una habilidad técnica; es un proceso complejo en el que intervienen aspectos sociales, cognitivos y culturales. Según Anna Camps, en su artículo “La enseñanza y el aprendizaje de la composición escrita”, la escritura es una actividad comunicativa que nos conecta con los demás, nos permite construir pensamiento y, a la vez, compartirlo en contextos diversos.
A través de la escritura, el ser humano estructura sus ideas, organiza su conocimiento y da forma a sus emociones. Este proceso no es innato, sino aprendido, lo que subraya la importancia de enseñar a escribir desde edades tempranas como una práctica guiada y reflexiva.
Escribir como actividad social y cultural
La escritura no surge de manera aislada. Desde los primeros aprendizajes, está enraizada en las interacciones sociales y culturales que construyen nuestra forma de entender el mundo. Tal como destacó Camps, el lenguaje escrito es dialógico: cada texto que producimos dialoga con los textos anteriores y anticipa las respuestas de sus lectores. Esto convierte a la escritura en un entramado comunicativo y polifónico, lleno de voces que enriquecen su significado. Zayas añade que el maestro juega un papel crucial como mediador en este diálogo, guiando a los estudiantes para que comprendan las demandas de los distintos textos y construyan significado de manera autónoma.
Además, escribir implica un desafío adicional: tener en cuenta un nuevo contexto. A diferencia del lenguaje oral, donde emisor y receptor comparten un espacio y tiempo común, en el lenguaje escrito el lector y el escritor están separados. Esto obliga al escritor a ser más explícito, a prever las posibles dudas de sus lectores y a construir un mensaje claro y coherente. Esta descontextualización del lenguaje oral da lugar a la riqueza y complejidad del lenguaje escrito.
La composición escrita no es una tarea técnica, sino un proceso complejo que involucra habilidades cognitivas, sociales y culturales. Según Anna Camps, escribir es una actividad que no solo organiza el pensamiento, sino que también permite construir conocimiento y comunicarse en diversos contextos. A su vez, autores como Zayas subrayan que enseñar a escribir es enseñar a pensar, ya que la escritura implica analizar, reflexionar y estructurar ideas de manera lógica.
La escritura debe ser vista como un proceso activo y dinámico, no como un producto final. Este proceso incluye planificar, redactar y revisar, etapas interrelacionadas que fomentan el desarrollo del pensamiento crítico y la capacidad de argumentar.
El proceso de escritura: planificar, escribir y revisar
La escritura no es un acto espontáneo ni lineal. A través del modelo de Hayes y Flower, se entiende como un proceso recursivo en el que la planificación, la redacción y la revisión están interconectadas. Por ejemplo, un buen escritor revisa constantemente sus ideas, adapta su mensaje según el propósito y los destinatarios, y reescribe hasta que el texto cumple sus objetivos.
- Planificar: Antes de escribir, es necesario identificar el propósito del texto (¿para qué escribo?), el destinatario (¿a quién me dirijo?) y el género discursivo adecuado. Esta etapa es crucial para organizar las ideas y construir un esquema inicial.
- Escribir: Durante la redacción, las ideas se traducen en palabras y frases, pero siempre con la posibilidad de volver a los pasos previos para ajustar el mensaje.
- Revisar: En esta etapa, se evalúa el texto escrito, corrigiendo errores, mejorando la coherencia y adaptando el estilo. La revisión es una oportunidad para reflexionar sobre lo que se ha escrito y su impacto en el lector.
Para los estudiantes, comprender que la escritura es un proceso —y no solo un producto final— les permite mejorar sus textos, aprender a estructurar ideas y desarrollar una mayor conciencia lingüística.
Enseñar composición escrita requiere que el docente sea más que un transmisor de reglas gramaticales. Según Zayas, el maestro debe ser un facilitador del aprendizaje, creando un entorno donde los alumnos se sientan motivados a escribir y explorar sus ideas. Esto incluye proponer tareas retadoras, ofrecer retroalimentación constructiva y promover el intercambio de textos entre los estudiantes para que aprendan unos de otros.
La importancia de los géneros discursivos
Escribir bien no significa hacerlo igual en todos los contextos. La escritura académica, un cuento, una carta o una opinión tienen diferentes propósitos, estructuras y estilos. Según Camps, enseñar composición escrita implica exponer a los estudiantes a diversos géneros discursivos y ayudarlos a adaptarse a las demandas de cada uno.
Por ejemplo, no es lo mismo narrar un hecho histórico que escribir un cuento fantástico. Cada género tiene sus propias normas, y comprender estas diferencias permite que los alumnos se conviertan en escritores más versátiles y competentes. Es fundamental que los docentes guíen a los estudiantes en el reconocimiento de las características de cada género y en su adaptación a distintas audiencias y propósitos.
El papel del contexto en la enseñanza de la escritura
Camps subraya la importancia de crear contextos significativos en el aula para enseñar a escribir. Los estudiantes deben enfrentarse a situaciones reales o simuladas de comunicación que les permitan dar sentido a sus textos.
Por ejemplo, escribir una carta al alcalde para plantear un problema local no solo enseña estructura, sino también cómo adaptar el mensaje al lector y propósito. Proponer proyectos como la creación de un periódico escolar, un blog o un diario de clase son formas efectivas de conectar la escritura con la realidad de los alumnos, haciéndola útil y relevante.
Escribir para construir pensamiento y ciudadanía
La escritura no solo desarrolla habilidades lingüísticas, sino que también promueve el pensamiento crítico y reflexivo. Escribir permite a los estudiantes organizar sus ideas, defender sus puntos de vista y participar activamente en la vida social y cultural.
Además, enseñar a escribir implica enseñar a leer con profundidad, a comprender cómo los textos están estructurados y cómo podemos construir nuestras propias respuestas. En este sentido, la escritura se convierte en una herramienta esencial para formar ciudadanos capaces de interpretar y transformar el mundo.
Reflexión final: la escritura como herramienta para transformar la realidad
La enseñanza de la composición escrita no puede reducirse a la enseñanza de reglas gramaticales o fórmulas. Es un proceso integral que combina el desarrollo de habilidades lingüísticas, el aprendizaje de géneros discursivos y la construcción de sentido en contextos sociales.
Tal como señala Camps, la escritura es una herramienta para pensar, reflexionar y transformar nuestra realidad. En un mundo cada vez más conectado, la capacidad de escribir de manera efectiva y consciente es esencial para construir puentes, expresar ideas y generar cambios.
Bibliografía
Camps, A. (Comp.). (2003). Secuencias didácticas para aprender a escribir. Graó. https://www.grao.com/libros/secuencias-didacticas-para-aprender-a-escribir-1552
Camps, A. (1997). Escribir. La enseñanza y el aprendizaje de la composición escrita. Revista Signos. Teoría y práctica de la educación.
Zayas, F. (s.f.). Los géneros discursivos y la enseñanza de la composición escrita.